En línea a un artículo escrito recientemente -titulado ‘haced caso a vuestros menores‘- sobre la importancia de cumplir con las recomendaciones de los profesionales sanitarios, continuaré haciendo hincapié en lo fundamental de la cooperación y sensibilización por parte del paciente para lograr el mejor resultado del tratamiento.
Trabajando en geriatría me doy cuenta de que se producen situaciones paradójicas: personas relativamente válidas (sólo limitadas por ciertos dolores y dificultades) que no tienen ánimo o fuerzas para tratar de realizar una vida activa, mientras que otras personas muy limitadas e impedidas luchan con todas sus fuerzas por ganar autonomía e independencia, aún conscientes de que sólo van a conseguir pequeños logros.
En el primer grupo he conocido a multitud de personas que sólo repetían en voz alta ‘no puedo‘, ‘ya no servimos para nada‘, ‘con lo que yo valía antes…‘ y otro tipo de mensajes muy negativos. Lucho por hacer ver a estas personas que, si bien tienen ciertos deterioros debidos a la edad y a patologías asociadas, todavía son capaces de realizar tareas, por sencillas que puedan parecer: tareas de autocuidado, pasear, tejer, pintar, charlar, escuchar las noticias… cualquiera de estas ocupaciones les puede servir para distraerse y dejar de centrarse en sus sufrimientos y dolores.
Así he conseguido que algunos de ellos se olviden de su tristeza, aunque sea por unos instantes, y traten de encontrar una actividad con la cual distraerse y ayudar a mejorar sus capacidades tanto físicas como mentales. Todo esto, claro está, necesitando gran colaboración por parte de los demás profesionales sanitarios (terapeuta ocupacional, psicólogos, trabajadores sociales…) y la familia.
En el segundo grupo también he conocido a gran cantidad de personas que, además, me han dejado una profunda huella. Personas con grandes limitaciones físicas, debidas tanto al deterioro sufrido por la edad como por graves patologías como infarto cerebral, parálisis cerebral, secuelas de poliomielitis… He tenido la suerte de aprender mucho de la lucha de estas personas por superarse, de observar sus gestos a la hora de rechazar ayuda por parte de terceros y, con una sonrisa dibujada en la cara, tratar de conseguir por sí mismos esos logros tan importantes: un paso más, peinarse por sí mismos, acercar la cuchara a la boca…
A estas personas les escucho decir ‘paso a paso se llega lejos‘, ‘con constancia se consigue todo‘, ‘mi objetivo es volver a andar…‘. Sin duda son mensajes mucho más positivos y esperanzadores. Si bien son conscientes de que no van a ser capaces de recuperar todas sus funciones y que van a necesitar asistencia por parte de otras personas para realizar muchas de sus actividades, la lucha por superarse y conseguir pequeños logros cada día es sin duda un excepcional ejemplo a imitar.
Esto es lo que trato de inculcar a los pacientes más resignados o reticentes con sus propias capacidades, pero, sobre todo, es una lección que me sirve muchísimo para afrontar mi día a día.
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