Imaginemos la siguiente situación, que seguro que nos ha pasado a todos (o, al menos, a la gran mayoría). Estamos en el coche, en los asientos delanteros, ya sea enel del conductor o el del copiloto. Antes de ponernos en marcha, nos acordamos: necesitamos algo que hemos dejado anteriormente en el asiento de atrás. Ya sea el bolso, la mochila, la agenda, el mapa del sitio al que te diriges, la botella de agua para dar un trago antes de iniciar el camino, el móvil para conectarlo al manos libres y no distraerte mientras conduces…
Entonces, sin pensarlo, llevamos hacia atrás el brazo y, casi sin poder mirar, giramos el hombro, estiramos los dedos y tratamos de aumentar nuestro alcance forzando la postura y estirando más y más todas y cada una de las articulaciones implicadas. Si lo pensamos detenidamente, es bastante obvio que este tipo de comportamientos nos pueden desencadenar con facilidad un episodio doloroso, ya sea en el cuello, hombro o brazo.
La postura forzada, con rotación y estiramiento de muchas articulaciones, no puede traer nada bueno, y eso lo sabemos. Sin embargo, ¡lo hacemos!.
Tuve el caso de una persona que sufrió una lesión que consistía en que el tendón de la porción larga del bíceps se salía de su posición normal, generando un tremendo dolor y la imposibilidad de mover el brazo hasta que fuera recolocado en su sitio. Estuvo casi un mes en tratamiento y había evolucionado bastante bien. Sin embargo, la última semana de tratamiento hizo este gesto forzado que describo para alcanzar el abrigo que había colocado en el asiento de atrás de su coche. Claro, lógicamente esto agravó el mecanismo lesional y el tendón volvió a salirse de su sito. Menos mal que ya la mejora era importante a esas alturas del tratamiento y que consiguió recuperarse con las pocas sesiones que le quedaban.
Lo que quiero expresar es que, pese a tener limitaciones y dolencias, muchas veces hacemos movimientos agresivos y poco adecuados, simplemente por las prisas, por hacerlos rápido, sin pensarlos detenidamente.
He tenido muchos casos cercanos de personas cercanas que me consultan ‘oye, cuando estoy en el coche y estiro el brazo para atrás para llegar a los asientos posteriores me duele mucho ¿qué tratamiento podría hacer?’ y se sorprenden cuando les contesto: ‘tan fácil como dejar de hacerlo‘. Es mucho más sencillo prevenir que curar, como dice el refrán. Claro que se puede tratar el dolor causado: calor, masaje, ejercicios, estiramientos… pero es mucho más sencillo y eficaz prevenir y evitar la causa.
Así que, la próxima vez que tengamos que alcanzar algo que requiera que estiremos y forcemos el brazo, propongo que pensemos si el objeto es tan importante y necesario que merezca poner en riesgo nuestra salud. Si la respuesta es que no, propongo seguir nuestro camino, que ya alcanzaremos el objeto cuando podamos hacerlo sin riesgo. Si la respuesta es que sí, y el objeto es tan necesario, propongo que seamos razonables y busquemos una manera cómoda y fiable de llegar a él, deteniendo el vehículo si fuera necesario -y la vía lo permite- y tomando el objeto con comodidad.
Totalmente de acuerdo. A veces para evitar un dolor el mejor tratamiento es evitar ciertas posturas o movimientos